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Los sectores profesionales ante la nueva comunicación

Reflexionando desde Pic Nic

Paralelamente al “ser o no ser, he ahí la cuestión” hamletiano camina el pragmatismo del “estar o no estar, he aquí el problema… de nuestra marca”. Efectivamente, en el mundo empresarial y profesional la competencia es un hecho, una realidad tangible, algo sistémico y que se da por descontado en el devenir del día a día, por lo que la búsqueda del conocimiento, el reconocimiento y la posición –nuestra posición– frente a ella se torna absolutamente indispensable. Eso o desaparecer entre el ruido que produce una sociedad hiperestimulada de mensajes y contenidos.

Vivimos un momento histórico donde el proceso de digitalización, acelerado exponencialmente a raíz de la actual pandemia, ha supuesto la aparición de nuevos canales de comunicación que facilitan un acceso más abierto y, en cierto sentido, democrático a la construcción de un prestigio de marca, o a la promoción de servicios o productos, esto es, al desarrollo de todo un plan de comunicación/publicitación que nos sitúe en nuestro mundo allá donde queremos llegar y estar. Vamos, lo que se da en llamar marketing, o sea, la ciencia y el arte de explorar, crear y entregar valor para satisfacer necesidades de un mercado objetivo.

Hemos pasado, en no tanto tiempo, del faldón al banner, de la cuña al podcast, de la encuesta al píxel, de los medios de comunicación a las redes sociales… y muchas cosas más, lo que ha implicado toda una transformación en cuanto a las relaciones entre marcas y público/cliente potencial.

La “democratización” ha permitido a pequeñas marcas lanzarse a la implementación de una comunicación de marca profesional y de proximidad, y hemos visto “acercarse” a nuestro abogado del edificio de al lado, a nuestro estudio de arquitectura vecino, a nuestro asesor financiero, laboral o inmobiliario, al gestor de la esquina o a uno de los dentistas de más prestigio en nuestra ciudad, y nos ha parecido bien. ¡Si hasta seguimos a algunos en Instagram!

Branded content

Por otra parte, es un hecho que las grandes marcas han perdido cierto protagonismo publicitario, o han sentido que lo estaban perdiendo, frente a esa nueva comunicación cercana y, a la vez, más humana y emocional, por lo que muchas de ellas están apostando por el branded content, o lo que es lo mismo, la elaboración y difusión de un contenido absolutamente propio entendido como producto exclusivo de gran valor para el conocimiento y reconocimiento de una marca o de lo que nos venda esa marca, o sea, generar empatía con el público/cliente potencial de manera amistosa y nada intrusiva.

Y de esta apuesta pueden aprender y beneficiarse todos los sectores profesionales, especialmente los que ofrezcan todo tipo de servicios que son necesarios y demandados por una gran parte de la sociedad en diferentes momentos de la vida.

La “democratización” ha permitido a pequeñas marcas lanzarse a la implementación de una comunicación de marca profesional y de proximidad

Por ello, crear valor desde la inversión en comunicación, y siempre desde la perspectiva del marketing, para hacer rentable un proyecto empresarial y memorable a un profesional, marca o producto resulta imprescindible. Para cualquier profesional que ofrece un servicio o un producto, invertir en branding, o sea, invertir en conocimiento, reconocimiento, prestigio y posición, es invertir en su propuesta de valor. Y hay muchas formas de afrontar este reto y salir, cuanto menos, bastante airoso/a. El caso es reunir todas las herramientas, elegir las correctas, clasificarlas, organizarlas y lanzarlas.

¿Y qué entendemos por herramientas? Pues toda sustancia y forma comunicativa, así como los canales para su difusión, promoción y/o conocimiento. O sea, desde la gráfica, el logo, la cuña, la web, los vídeos, las imágenes, todo lo que queramos que nos represente, hasta los medios de comunicación escritos, orales, audiovisuales, mupis, redes sociales, banners, spots, dípticos, carteles, podcats… Sí, ¡la cosa se ha ido complicando últimamente! El tamaño de los proyectos empresariales no importa, por lo menos en la teoría. Lo que importa de verdad es el impacto que causen –en cuanto a alcance y profundidad–, y para conseguir ese impacto, el acierto en la transmisión off-on de la propuesta de valor, el acierto en su segmentación, en su componente creativo o en su empatización, el acierto en el tono o tonos comunicativos, en el momento y en la oportunidad, en los objetivos y en las expectativas, en definitiva, el acierto en el desarrollo de toda la estrategia comunicativa se conforman como la columna vertebral sobre la que se asientan tanto el valor real de una marca o profesional como el valor añadido que se les atribuye desde el público o cliente potencial… Y así es nuestra profesión, ¡como la vida misma!

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