Carla Varela
Directora creativa de Think Brava
“Las marcas tienen el poder de transformar y generar cambios positivos significativos”
MARCOS NEBREDA
¿Cómo han sido estos cinco años al frente de Brava Studio y cómo puedes resumir tu trayectoria en el mundo de la creatividad hasta el día de hoy? Se podría decir que han sido años interesantes, un pelín estresantes y desde luego muy gratificantes. Como directora de arte adoro mi trabajo, aunque he de reconocer que el cambio de rol y pasar de crear, a crear gestionando proyectos, colaboradores y clientes y hacer que todo eso resulte rentable, ha supuesto todo un reto. Yo vengo del mundo de la publicidad, estudié en Madrid. Empecé como directora de arte junior en la agencia Sr. Lobo. Recuerdo que uno de los primeros proyectos en los que participé fue para Nintendo España. Tendrías que ver la cara de ilusión que tenía al ver mi primer anuncio impreso. Creo que mis padres aún lo guardan. Después de unos años en Madrid, me lancé como freelance, colaborando con marcas como Fontecelta y Bodegas Altos de Torona. Mi primer diseño de packaging fue en 2011 para Bodegas Regina Viarum, y sigue vigente. En 2012 me mudé a Barcelona para trabajar en una agencia de branding y packaging Image de Marque (ahora The Imageniers). Primero como directora de arte y más tarde como directora creativa con un equipo fantástico y con clientes como Revlon Professional, Evian, Carrefour, 3M, Bimbo o Unilever. En 2019, decidí volver a Vigo y abrir Brava para aportar mi granito creativo a mi ciudad.
¿Por qué valores se guía Brava y qué trabajos destacarías o de cuáles os sentís más orgullosos? Diría que ante todo el respeto. No solo por los clientes y las marcas, también el trabajo de otras personas. En segundo lugar, la generosidad, somos creativos a tiempo completo, la cabeza no para y nuestra máxima es implicarnos y darlo todo por el proyecto para que el resultado no solo satisfaga al cliente, sino que haga que nos sintamos orgullosos. Y en tercer lugar, el inconformismo. Nos gusta creer que los clientes acuden a nosotros, muchas veces recomendados, y confían en nuestro criterio, no en que les digamos que sí a todo. Por eso analizamos las necesidades reales y lo cuestionamos todo antes de abordar el proyecto. Nos sentimos especialmente orgullosos de tres proyectos. El primero, que fue el del restaurante La Mar Salada, y abarcó desde la identidad visual hasta el interiorismo y la señalética. También el rediseño de Casaplanta, un icono en Vigo, que los vigueses de mi generación recordamos desde niños. Y por último es el proyecto que hemos hecho para Lago:Monroy, una pequeña marca de lámparas artesanales de estilo contemporáneo donde trabajamos en todos los aspectos de la identidad y retail design. Es un verdadero lujo trabajar con productos bellos y con una calidad humana tan grande, y creo que eso también se refleja en el resultado.
¿De qué manera puede ayudar la buena creatividad y la comunicación eficaz a propulsar una marca y cómo lo hacéis en Brava con vuestros clientes? La creatividad y la buena comunicación son las claves para que una marca pase del anonimato a ser una marca entendible, empática y que impacte en el target. En Brava creemos que muchas marcas, sobre todo las más pequeñas, están tan inmersas en sus procesos que les cuesta ver con objetividad qué es lo que realmente necesitan. Ahí es donde entra la buena creatividad. Nosotros estamos para cuestionar, sacudir ideas preconcebidas y replantear las estrategias. Queremos que las marcas no solo comuniquen, sino que conecten, que hagan reflexionar y que generen un impacto positivo.
¿Qué objetivos y retos guían tu trabajo a corto y medio plazo y en qué proyectos actuales estáis inmersos de los que nos puedas contar algo? A medio plazo, nos encantaría adentrarnos en el sector de la cosmética. Personalmente, ya he trabajado con marcas como Revlon Professional, Cosmia e Iruela, una marca nicho de alta perfumería, lo cual fue una experiencia increíble. Ahora queremos llevar ese know-how al terreno gallego, porque creemos que pueden hacerse cosas muy potentes en este mercado. Actualmente, estamos inmersos en un proyecto de señalética a gran escala, donde cuidamos cada detalle para que la experiencia sea funcional y creativa. También estamos trabajando en un proyecto de packaging para Bodegas Gallegas. Es un diseño que fusiona los símbolos de la marca de forma mística y sensorial, mostrando su cara corporativa de una manera elegante y sutil. Estamos deseando que vea la luz pronto.
¿Cómo ves el sector de la creatividad en Galicia y cómo crees que las empresas creativas pueden aprovechar todo el potencial que existe? El sector de la creatividad en Galicia está en una fase emocionante, pero el verdadero boom aún está por explotar. Hay un talento brutal aquí, esto es algo que pude comprobar impartiendo clases en la UVigo el año pasado. Aluciné con el nivel de los alumnos. Galicia tiene todo lo que necesita para convertirse en un referente creativo, pero a veces nos frena ese miedo o ese sentimiento de inferioridad tan típico de nuestra tierra. Eso tiene que desaparecer. Creo que las marcas, si de verdad quieren aprovechar todo el potencial que existe, tienen que arriesgar más, perder esa vergüenza y lanzarse con todo. Y estoy convencida de que la generación Z va a ser clave en este cambio de mentalidad. Son una generación que no tiene miedo a romper moldes y a dejar atrás los estigmas del pasado. En ese sentido, creo que nos espera un futuro prometedor, siempre y cuando apostemos por ser más atrevidos y ambiciosos.
Eres miembro de la Junta de Creatividade Galega. ¿Qué destacarías de su labor y representación en el sector y qué ventajas y beneficios tiene estar dentro? Ser parte de la junta es una oportunidad increíble para seguir luchando como sector por lo que realmente importa: que las marcas entiendan el valor de invertir en creatividad. Es vital que reivindiquemos un trabajo serio, bien hecho y, sobre todo, a un precio justo. A veces, los creativos somos demasiado solitarios, y creo que es clave unirnos, colaborar y trabajar juntos para hacernos más fuertes. En cuanto a los beneficios, para mí hay tres partes clave. La parte lúdica, que es el encuentro con otros profesionales del sector; conectar, intercambiar ideas y experiencias es algo muy enriquecedor. La parte inspiracional: nos recuerda por qué amamos esta profesión y nos llena de ganas de seguir creyendo en lo que hacemos. Y, por último, está la parte educacional, ayudar a que las marcas entiendan la importancia de mantener procesos éticos, de apostar por remuneraciones justas y de valorar nuestro trabajo como se merece.